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Sally Jones, la rockera que se convirtió en ‘estandarte’ del Daesh, llora desesperada por volver a Gran Bretaña

autor Enzo Argüelles
tiempo de lectura 3 min
Publicado: 4 jul 2017

Una de las mujeres más conocidas del Daesh y bandera de la organización terrorista durante años, Sally Jones, estaría como loca por volver al Reino Unido, según ha declarado a Sky News una supuesta amiga suya llamada Aisha. “Sally está desesperada y llorando porque quiere dejar el grupo terrorista y salir de Raqqa para volver a Gran Bretaña, pero lo tiene muy difícil”.

Sally Jones se convirtió en uno de los principales ‘carteles’ del Daesh cuando se unió al grupo acompañando a su novio, Junaid Hussain, yihadista y oficial de reclutamiento de terroristas que habría muerto en el ataque de un drone en 2015.

La incorporación al Daesh de Sally Jones supuso una conmoción social en el Reino Unido, ya que era una ciudadana británica, vivía en Chatham, Kent, tenía dos hijos, y había formado parte como guitarrista de un grupo musical de rock llamado Krunch, con el que dio varios conciertos en la zona sur del país, durante la década de los noventa, hasta el punto de ser calificada por algunos medios como una punk en las filas del Daesh.

Tras su marcha a Raqqa con uno de sus hijos, un vídeo del Daesh la situaba como miembro y posiblemente líder de al-Khanssaa, la brigada yihadista sólo para mujeres que según los oficiales de su ejército se había formado “para crear conciencia de nuestra religión entre las mujeres, y para castigar a las que no cumplan con la ley. La yihad no es solo un trabajo de los hombres, las mujeres también deben hacer su parte”.

Y vaya si hicieron su parte del trabajo. Porque la brigada sembró el terror entre las mujeres y niñas de Raqqa, atacando a las mujeres en la calle y las escuelas, castigando, arrestando, azotando y encerrándolas en las cárceles. La razón de la detención podía ser el uso incorrecto del velo, un velo demasiado fino, caminar sola por la calle sin escolta…

A Sally Jones se le han atribuido acciones y declaraciones tan duras como haber planificado una docena de ataques terroristas, el intento frustrado urdido junto a su pareja, del secuestro de un antiguo soldado estadounidense y decapitarlo ante la cámara. Y también se le atribuye a ella el plan de que yihadistas adolescentes entrasen en una discoteca o en un concierto para matar a tiros a cientos de jóvenes.

Ella habría escrito en sus redes sociales: “’Yo sé lo que estoy haciendo. El paraíso tiene un precio y espero que este sea mi precio”.

En Inglaterra aseguran que la ‘ex guitarrista de plomo’ que se pasó toda la vida viviendo a costa de los beneficios del estado, también amenazó múltiples veces en las redes sobre cómo quería decapitar a los cristianos con un ‘cuchillo sin filo’, para que fuese más lento y doloroso. En parecidos términos hablaba de los judíos y alabó en numerosas ocasiones a Osama Bin Laden.

También posó para unas fotos que dieron la vuelta al mundo, con su vestido negro, el velo en su rostro, sólo los ojos a la vista y empuñando un AK-47.

También existe un convencimiento de que es su hijo de 11 años el que aparece en un vídeo asesinando a un prisionero con un disparo en la nuca y una macabra sonrisa en su cara. Al menos su abuelo está convencido de que es él. También se cree que en otra ocasión utilizó a su hijo como escudo humano.

Después de la muerte de su marido, recibió un salario mensual del Daesh de unos 500 euros, más un bono de unos 200 cada dos meses por ser la viuda de un ‘shahid’ o mártir.

Ahora su problema es que ya tiene 49 años y comienza a ser vieja para los terroristas que quieren a su lado chicas más jóvenes, por lo que llora soñando con volver a Gran Bretaña.

Pero Sally Jones debe olvidar que está en la lista de los objetivos prioritarios a detener o eliminar por los Estados Unidos. Y que tiene sobre sus espaldas demasiado terror como para tener un regreso placentero.

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