Las ostras cierran sus conchas ante el estrés que les provoca el ruido submarino
La contaminación acústica se ha convertido en los últimos años en uno de los problemas más importantes de la vida en el mar, junto con las basuras que llegan a los océanos. Hasta ahora, los científicos pensaban que el ruido submarino sólo afectaba a los grandes mamíferos marinos, que eran los animales más perjudicados. Pero un nuevo estudio demuestra que algunos invertebrados también son sensibles a estos ruidos, como es el caso de las ostras, que cierran sus conchas para proteger sus blandos cuerpos.
Un estudio, publicado en la revista ‘PLoS ONE’ y reproducido por la agencia ‘SINC’, revela que los sonidos también son percibidos y “escuchados” por algunos moluscos bivalvos, como las ostras, que ante los ruidos de baja frecuencia, cierran sus conchas como señal de estrés.
Jean-Charles Massabuau, autor principal del trabajo e investigador en la Universidad de Burdeos (Francia), explicaba el enfoque de su estudio: “La contaminación acústica en los océanos es un problema creciente y todos hemos oído hablar de su impacto en las ballenas, pero los océanos están repletos de diferentes tipos de animales y necesitamos saber cuáles son sus capacidades para percibir esos ruidos”.
Para responder a este interrogante, el equipo de investigadores analizó en el laboratorio el impacto de este tipo de ruido submarino en 32 ejemplares de ostras. Para ello, los científicos usaron un altavoz para reproducir los sonidos bajo el agua en un rango de diferentes frecuencias.
En las ostras, la posición de la concha indica el índice de bienestar en el que se encuentran, y ya sabemos que ante las amenazas su primera reacción es cerrarlas rápidamente.
Así que los investigadores evaluaron los comportamientos de estos moluscos ante los diversos sonidos, y contabilizaron las veces que cerraban sus conchas, y en qué momento lo hacían.
Y los resultados mostraron que ante sonidos entre 10 y 1.000 Hz las ostras cerraban repentinamente sus conchas. Y la máxima sensibilidad detectada se situaba a bajas frecuencias, es decir entre 10 y 200 Hz.
En general, las ostras están acostumbrados a las vibraciones de las olas y las corrientes, y además pueden ‘escuchar’ señales de la marea para tomar decisiones y reaccionar. Sin embargo, los sonidos de baja frecuencia producidos por los buques, las explosiones, la investigación sísmica y las turbinas eólicas, entre otros, las confunden.