¿Puede Joe Biden salvar su presidencia? El ídolo de Sánchez lo tiene difícil
Lo decía hace poco el analista de política de la CNN, Stephen Collinson, que encabezaba su reciente artículo con esta frase:
“El estilo de liderazgo durante las crisis del presidente Joe Biden se está volviendo bastante familiar, e incluso un poco rancio.”
Además, dice el mismo analista en un artículo de hoy mismo, tras las elecciones de ayer en Virginia:
“Mientras el partido demócrata se pelea por su amplia agenda de gasto social, los republicanos están centrando su discurso en temas que preocupan a los votantes de forma más inmediata, como la lenta economía, los altos precios de la gasolina, la carestía cada vez mayor de los alimentos, los índices de criminalidad y la preocupación por el derecho de los padres a influir en lo que se enseña en las escuelas”.
La “portada” de Newsweek
Y ahora es la revista Newsweek quien ilustra su información de hoy con lo que sería una dura portada, en la que se pregunta ¿Puede Joe Biden salvar su presidencia?
Y lo argumenta diciendo que su presidencia, que debía definirse por una actuación calmada y experimentada, apenas nueve meses después de tomar posesión ya ha estado al borde del fracaso.
Asegura el artículo que las luchas internas dentro de su propio partido han amenazado con torpedear su ambiciosa agenda doméstica, encapsulada en dos proyectos legislativos en expansión que los demócratas aún no han podido aprobar por votación del Congreso.
Y el reclamo de su campaña, que tras la tumultuosa legislatura de Trump se centró en su competencia política después de más de 40 años en Washington, parece haber sido destrozado por una salida calamitosa de Afganistán y una crisis en curso en la frontera sur.
Sumadas a que la pandemia de Covid que él dio por terminada, continúa cabalgando a lomos de la variante Delta. Y la inflación que sigue en aumento.
Mientras tanto, los resultados de las encuestas sugieren que los demócratas recibirán una paliza en las elecciones de mitad de período.
Ningún presidente cayó en desgracia tan rápidamente
Ni siquiera cuando Biden anunció la semana pasada los términos de una inversión de “reconstrucción” de 1.750 millones de dólares evitó que su índice de aprobación siguiera en cifras demasiado bajas.
Tanto que el último promedio de Real Clear Politics asegura que solo el 42% de los estadounidenses aprueban su trabajo hasta ahora, mientras que el 52% lo desaprueba.
Eso supone, como dice Newsweek, una fuerte caída en los últimos dos meses y una caída de casi 14 puntos desde su pico posterior a la toma de posesión, de cerca del 56 por ciento.
Ningún presidente de la era moderna, ni Jimmy Carter, ni siquiera Donald Trump, ha caído en desgracia tan rápidamente.
Y ahora, con las elecciones de mitad de período a solo un año de distancia, y los demócratas con la más pequeña de las mayorías en el Congreso, la caída en picado de Biden ha alarmado a sus aliados políticos.
Virginia, un golpe muy duro
Y los resultados de las elecciones de ayer en Virginia, con la inesperada victoria del republicano Glenn Youngkin sobre el demócrata Terry McAuliffe se han sumado con fuerza a las preocupaciones.
Perder en un estado como Virginia, acostumbrado a gobiernos demócratas desde hace diez años, y donde Biden ganó por 10 puntos el año pasado, es una señal particularmente siniestra.
Y ahora en Nueva Jersey, donde Biden también ganó por dos dígitos en 2020, se abre otra posible brecha.
Hace poco se daba por hecho que el demócrata Phil Murphy sería el nuevo gobernador, como aseguraban las encuestas, pero ahora su enfrentamiento con entre el empresario republicano Jack Ciattarelli parece haberse convertido en una reñida y peligrosa carrera.
Como dijo en CNN el comentarista político Van Jones, ex asesor del presidente Barack Obama, “los demócratas están mirando por encima del borde de un precipicio”.
Pero no es la primera vez, Las elecciones de mitad de período son históricamente difíciles para las nuevas presidencias.
Los demócratas perdieron 63 escaños en 2010, dos años después del primer mandato de Barack Obama, en lo que fue el peor resultado peor desempeño de un partido con el presidente al mando, desde 1938.
Obama describió memorablemente el resultado como “una paliza”.
A los demócratas nerviosos ahora les preocupa que 2022 pueda ser peor.
Pero aún queda mucho que contar hasta ese momento.