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La nueva subida del salario mínimo de Maduro da para tres litros de leche y medio tubo de pasta de dientes a la semana

autor Enzo Argüelles
tiempo de lectura 4 min
Publicado: 10 jul 2017

El 1 de julio, Nicolás Maduro ha vuelto a subir el salario mínimo, por tercera vez en lo que va de año. Pero sus remedios duran tan poco que sólo unos días después… ese salario se queda, en valor real, en unos 33 dólares al mes. Menor incluso que el de Haití. Y el nuevo y cacareado salario mínimo sólo da para comprar tres litros de leche en polvo o cinco cajas de huevos, y una especie de arroz de grano que huele a comida de pájaro y se utilizabas típicamente como pienso para los pollos. Y un tubo de pasta de dientes cuesta la mitad que el salario de una semana

Así que por más medidas que tome el presidente para enmascarar la situación, como no son soluciones sino cosmética, los venezolanos continúan pasando hambre de verdad.

El gobierno de Maduro, el heredero de Chávez, que llegó al poder como el defensor de los trabajadores, ha dejado a la gran mayoría de sus habitantes, incluidos por supuesto los trabajadores, en situación de indigencia. Y el Washington Post ha hecho un informe sobre lo que se puede consumir en Venezuela, que resulta bastante significativo.

Hace cinco años, cuando Hugo Chávez llegó a la presidencia y Venezuela era un lugar muy diferente, los ciudadanos de clase media podían permitirse ir al cine, o comprar los ingredientes que necesitaba para hornear pasteles.
Pero en la actualidad una familia necesita gastar todo lo que ingresa solo para defenderse del hambre.

La mayoría de las personas tienen los zapatos rotos, pero no pueden permitirse otros nuevos. Y un tubo de pasta de dientes cuesta la mitad de una semana de salarios. Así que lo de cepillarse los dientes después de cada comida, con pasta dentífrica, se ha convertido en un sueño imposible.

El 32% de la población venezolana gana el salario mínimo, según las cifras oficiales más recientes disponibles, publicadas en el año 2015. Pero la inflación anual del 700 por ciento y la escasez crónica de alimentos y medicinas, han cambiado el significado del ‘mínimo’ para convertirlo en una cantidad dolorosa y a todas luces insuficiente.

El 1 de julio, el presidente Nicolás Maduro elevó el salario mínimo mensual por tercera vez este año, a alrededor de 250.000 bolívares fuertes en efectivo, y cupones de alimentos. Un aumento del 20 por ciento.

Pero como la moneda de Venezuela pierde valor casi a diario, el nuevo salario mínimo sólo da para algo menos de tres litros de leche en polvo o cinco cajas de huevos. En el tipo de cambio informal del país, el aumento el aumento proclamado por Maduro, en comparación con los precios, sitúa el salario medio del trabajador en aproximadamente 33 dólares al mes. Muy por debajo del salario mínimo mensual en la vecina Colombia – alrededor de 250 dólares- o incluso muchísimo más bajo que el del paupérrimo Haití, donde se calcula un salario mínimo de 135 dólares al mes.

Así que el salario mínimo sólo da para comprar una cuarta parte de los alimentos necesarios para una familia de cinco personas en un mes, según cálculos del Centro de Documentación y Análisis para Trabajadores, un grupo de defensa independiente.

Y eso que Maduro establece límites de precios en algunos alimentos básicos, como la pasta, el arroz y la harina. Pero esos artículos generalmente sólo se obtienen al permanecer en las filas durante horas o al inscribirse para recibir una caja de alimentos subsidiada mensual del gobierno que realmente sólo da para alimentar a una familia de cinco personas durante una semana.

Desde 2014, la proporción de familias venezolanas en pobreza ha aumentado del 48% al 82%, según un estudio publicado este año por las principales universidades del país. 52% de las familias viven en extrema pobreza, según la encuesta, y alrededor del 31% de las familias sobreviven con dos comidas al día como máximo. Y esos son los que ganan el doble del salario mínimo.

Así que muchos habitantes de Venezuela, según la información del Washington Post, se conforman con comprar una especie de arroz de grano que huele a comida de pájaro y se utiliza típicamente como pienso de pollo. Sazonado con los huesos o los despojos que pueda encontrar.

Una familia a la que entrevista el Post, en la que trabajan la madre y tres hijos, y todos ellos cobran el salario mínimo, han tenido que eliminar de su dieta la carne, el pollo, la ensalada, la fruta y hasta el café. Y lo han sustituido por arroz, frijoles, yuca, plátanos, sardinas y a veces, muy pocas, huevos.

Otros de los testimonios recogidos por el Post hablan de mujeres con pérdidas de peso superiores a los 15 kilos en lo que va de año, por el hambre, o un joven que ha tenido que dejar de hacer “no puedo permitirme el lujo de quemar calorías o gastar mis zapatillas”.

Desde que asumió el poder en 2013, después de la muerte de Chávez, Maduro ha decretado ya 16 aumentos del salario mínimo. Pero el poder adquisitivo que ofrecen los aumentos de sueldo dura un suspiro. Y el remedio es peor que la enfermedad, porque esos aumentos sólo provocan inflación, y el resultado final es una mayor pérdida del poder adquisitivo, que este año se calcula volverá a ser de más del 40%.

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