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Tener un perro en casa, cuando los niños son pequeños, es bueno para su salud

Lo dicen las conclusiones de un estudio publicado en la prestigiosa revista ‘New England Journal of Medicine’, y que se ha llevado a cabo en granjas en las que conviven niños con animales, así como en otras más industrializadas, en las que no hay animales.
autor Palo Peque
tiempo de lectura 3 min
Actualizado: 26 jun 2022Publicado: 8 jun 2022

Tener un perro en casa cuando hay niños pequeños parece ser beneficioso para la salud de nuestros pequeños. Su contacto con estos animales les puede ayudar a fortalecer el sistema inmunológico contra alergias y asma, en el supuesto de que fuesen niños expuestos a ellos.

Y el estudio asegura que convivir con perros, y también con animales de corral, durante los tres primeros meses de vida, da como resultado niños menos propensos a tener enfermedades respiratorias.

Y la principal prueba de ello la encontraron en las comunidades Amish.

Otro estudio concluyó que es una ventaja principalmente de los perros, porque “en ellos se ve como aumentan los niveles de 56 diferentes clases de especies bacterianas, mientras que los gatos, por ejemplo, sólo aumentan 24 categorías”.

Y es que no todas las bacterias de los animales son buenas para la salud.

Por eso los investigadores consideran menos beneficiosas mascotas como gatos, tortugas, ranas…
Los perros, sin embargo -dice el estudio- pueden añadir bacterias ‘buenas’ y microbios dentro de las casas, porque juegan al aire libre con más frecuencia que otros animales. Y eso es beneficioso.

Netzin Steklis, bióloga de la Universidad de Arizona, insiste en que :

  • “Los perros llevan conviviendo con los seres humanos desde hace 40.000 años y sólo ahora nos hemos preocupado de mirar cuáles pueden ser sus ventajas o cómo afecta realmente vivir con ellos a nuestra salud”.

También se están preguntando los científicos, si estos niños expuestos a animales y mascotas en la vida temprana pueden mantener ese sistema inmune tan fuerte durante toda su vida.

  • La hipótesis no ha sido probada aún, pero el doctor Gilbert mantienen que muchos de los experimentos que se están diseñado ahora buscan analizar exactamente eso.

El Dr. Jack Gilbert es en la actualidad director del centro de microbiología de la Universidad de Chicago, y declaró al New York Times que “todo se reduce a una mayor diversidad de biomas”, que sería algo así como las características que surgen de la relación entre los animales y el ecosistema con los seres humanos.

Claro que a nadie escapa que hay también suciedad producida por las mascotas que no tienen efectos beneficiosos para la salud. Las heces de los animales son una fuente bacteriana que podría resultar peligrosa.

Pero a esta irrefutable afirmación responden algunos científicos asegurando que habitualmente es un riesgo que se resuelve con un buen lavado de manos, y que no es peor a los millones de bacterias que sobreviven en el polvo doméstico y que a veces podría provocar salmonelas y otras enfermedades a los seres humanos.

Las investigaciones también están haciendo “mucho trabajo en averiguar exactamente qué organismos hacen que los niños sean más sanos, y cómo funciona su relación con los animales en las granjas, y la producción de probióticos definidas para obtener el mismo beneficio”.

Un tema que centrará bastantes experimentos en los próximos años, porque parece ya indiscutible que existe un efecto beneficioso en los niños. Y las comunidades Amish son una buena prueba de ello.

Es sabido que los Amish, también llamados ‘Menonitas’, son un grupo protestante anabaptista, conocidos principalmente por su estilo de vida sencilla, vestimenta modesta y tradicional, y su resistencia a adoptar comodidades y tecnologías modernas, como las relacionadas a la electricidad.

Los Amish son una comunidad cultural muy unida, descendientes de inmigrantes germanos y predominantemente suizos, de habla alemana.

Viven en asentamientos apartados de las metrópolis, aislados del mundo exterior, y defienden valores como el pacifismo, la humildad, la vida sencilla y el trabajo. Todo ello con una vestimenta típica de los siglos XVII o XVIII.

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